La realidad plantea constantemente el reto de crecer. Crecer, crecer hasta alcanzar la estatura espiritual para la que fuimos creados como entidades conscientes, pensantes, dueñas de su destino y del entorno en el que crecen.
La existencia presuntamente real, es sólo aparente, debajo de las capas de esas cosas que podemos sentir, ver, escuchar, oler o sentir, no existe más que vibraciones de energía e información que dibujan la verdadera esencia de la realidad espiritual.