En la quietud de la noche sombría,
donde las estrellas sus lágrimas derraman,
la ausencia se cierne, sombra fría,
un eco de susurros que el viento desgrana.
En el rincón donde solías reposar,
la penumbra abraza el vacío dejado,
un silencio que grita, al alma hace temblar,
en el jardín de recuerdos, marchito y desolado.
Las palabras se pierden en el eco del tiempo,
como hojas que danzan en el viento errante,
la melodía triste de un antiguo lamento,
resuena en el corazón, constante.
Quisiera encontrar en el cielo tu mirada,
pero solo encuentro estrellas que titilan,
la nostalgia se viste de sombra alada,
y en la ausencia, el alma se aniquila.
El reloj avanza, implacable, sin piedad,
mientras la memoria se aferra a cada instante,
la ausencia es un río que fluye sin cesar,
arrancando pedazos de un amor vibrante.
En el lienzo de la noche, pintado de melancolía,
se desvanecen los colores de la esperanza,
la ausencia, cruel maestra de la poesía,
teje versos tristes en la danza.
Aunque te fuiste, en el corazón perduras,
como una estrella que brilla en la eternidad,
la ausencia duele, pero en las noches oscuras,
tu luz guía, en la inmensidad.
